Tuvo que caer la última hoja para que se enterasen de que aquel cristal no era un espejo. Habían regado tanto el propio reflejo que habían ahogado los intervalos de la perspectiva. Incluso habían llegado a confluir el cuerpo en la imagen proyectada, anulando por completo la identidad: dos escupitajos en una ventana jamás abierta. Toda la vida buscando sin ver.
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Y nosotros? Seremos capaces de reconstruir, pantalla a través, los ojos del otoño que nos mira?
Rosalía Fernández Rial