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Me gusta abrir los libros por la mitad, coger transportes en marcha, empezar las conversaciones in media res. Prefiero las botellas sin llenar, las películas empezadas y los acordes centrales de la partitura. Siempre me fascinaron las carreras de relevos, las coreografías encadenadas y los eslabones que sostienen las caderas de los carruseles.

Sé que existimos porque tú te redujiste, velozmente, a pensar y yo aprendí a desenfrear contigo. Así, descubrimos como dejar que el tiempo nos pierda, sonriéndole la quien nos adelanta, mientras nos desordenamos, física e intelectualmente.

 

Desde esa imprecisión onírica, capaz de dilatar los lindes de la percepción, desafiamos la numeración ordinal: