Cuando el paraíso perdió la condición eterna, artificial, mudamos el espacio de la fe por el del pensamiento; las edificaciones quiméricas por principios físicos; los estupefacientes por identidad. En cuanto derribamos el conformismo, encontramos la presente forma de existir y recobramos el valor de las variables empíricas. En cada momento desactivamos un barrote de la jaula que nos impusimos y, duda mediante, nos volvemos a reconstruir, una y otra vez.
Desde la autoridad que la lucidez nos otorga, cimentamos los ejes de un amor que progresa sobre nuestra evolución, en tránsito constante. Con el movimiento como combustible vital y la imperfección por baluarte, desafiamos los finales de los trayectos. Conscientes de que la vida habita detrás de las pantallas que nos ciegan y de que todos los muros conducen a un nuevo recorrido, hacia otras posibles verdades:
"O homem é aquilo que ele própio faz"...
E a mulher também.
[continuamos, pues, camarada Lealtad.]
Rosalía Fernández Rial