Como a una estrella de rock and roll, así admiraba de niña a Manuel María, lucero en la frente de la libertad. Os soños na gaiola me habían iluminado de tal forma que quedé para siempre prisionera de la poesía. Por eso el ejemplar que me firmó el autor es el cantar más brillante de mi biblioteca voladora.
En el aire quedé cuando vi al poeta en persona en una Muxía de 1995. Yo portaba mi libro preferido, un bolígrafo y la ilusión infinita que cabe en las pequeñas de siete años. Él me cogió en el regazo y me preguntó: ¿sabes quienes son los siete guerreros que viven en el cielo y a nadie hacen mal?. ¡Claro! "O arco da vella (...) / co seu colorín / co seu colorado". Lo había leído cien veces, me lo habían dicho en la escuela, lo había escuchado en la voz de Vaamonde. Pero que me lo contase el propio Manuel María, como un secreto mágico, me hizo descubrir, por vez primera, el misterio que podían encerrar los versos. Sólo entonces entendí el significado de la literatura.
Cinco años más tarde la A. C. Lumieira de Carballo publicó un inédito del autor y me invitaron a tocar el acordeón en el acto de presentación. Poesía era acompañar musicalmente a quien para mí había sido tan admirado como una estrella del rock and roll. Larga vida a los luceros que nos guían!
Autora: Rosalía Fernández Rial
PD. Este texto está incluido, en modo colaboración, en el libro Labrego con algo de poeta, de Mercedes Queixas
PD2. Foto: tomada con el móvil de una pieza artística presente en la "Casa das Crechas" de Compostela.