Rosalía Fernández Rial (Carballo-Muxía, 1988) entiende la poesía como un todo que sobrepasa lo escrito y se extiende hacia otros géneros (principalmente el dramático, pero también el épico) y que se impulsa hacia vida. La performatividad de estos versos no es buscada sino que simplemente está, porque habita en ellos y su sentido no se completa hasta que ésta emerja. Tan sólo un apunte biográfico en este prólogo que no quiere serlo para entender el macrotexto rosaliano mejor: la autora no sólo es poeta, sino que es también dramaturga, actriz (performer, diríamos hoy) e impulsora de diversos proyectos de aliento musical, además de ser profesora e investigadora en didáctica de las lenguas. Es importante conocerlo, porque todas estas facetas se entrecruzan, creando una poética híbrida, heterogénea, singular, que lleva hacia una poesía que aspira a ser liberada para impactar haciendo ruido y quedar en quien la transita, levantándose, levantándonos. Como si de una peculiar premonición se tratase, el verso inicial del primer poema de su obra también primigenia, En clave de sol (2009) nos anuncia: «Esta noche despertó un ejército de monstruos en mi interior». Ese despertar, sin duda, ocurrió el día que a poeta abrió los ojos y dijo «soy»
Montse Pena Presas, prologuista del libro.